Para formar los colores nuestra vista necesita 3 colores el azul, verde y rojo. Para el gusto necesitamos el salado, amargo, acido y dulce. Mientras que para el olfato contamos con más de cincuenta sensaciones primarias que combinadas dan más de cien mil olores, de los que el perro es capaz de distinguir por encima de diez mil.

El sentido del olfato se inicia en la Potes, tapizada por la mucosa olfativa, que contiene las células olfatorias. Estas células están muy especializadas y cada una solo posee un tipo de receptor, que solo es capaz de detectar un número muy limitado de partículas olorosas. La información sobre el tipo de receptores activados por las partículas olorosas y el número de ellos que se activan, llega vía nerviosa al bulbo olfatorio del cerebro del perro, que lo traduce en un tipo de olor con una determinada intensidad.

El perro tiene unos doscientos millones de receptores olfativos en sus fosas nasales. Estos receptores llegan a los casi trescientos millones en razas tan especializadas como el sabueso. Las razas menos dotadas no llegan a los ciento cincuenta millones de receptores. En el hombre solo hay cinco millones. Comparando la superficie dedicada a la captación de partículas olorosas, en el perro son ciento cincuenta centímetros cuadrados, por tan solo cinco en el hombre.

El Cane Corso es un moloso muy trabajador y atento, dispone de una gran nariz y se le puede sacar mucho rendimiento, es un perro utilizado en la caza ya que le gusta el rastro y aporta fortaleza en el agarre. Observar como vuestro cane corso levanta la cabeza y «ventea» su entorno, por ejemplo; al bajar del coche en lugares desconocidos, lo hacen la mayoría de perros, buscan información. Algunos ejemplares andan más con la nariz en el suelo que otros, esos tienen el instinto de rastro más desarrollado. Algunos son verdaderas joyas pero muchos propietarios y criadores no saben como observar y/o fomentar esas cualidades en sus ejemplares.

La nariz es el comienzo del mecanismo del sentido del olfato, los cachorros nacen ciegos y sordos, y solo activan esos sentidos entre la segunda y tercera semana de vida, pero nacen ya con su nariz lista para funcionar: Filtra el aire, lo calienta o lo enfría, lo humedece, incluso localiza la dirección del olor.

La percepción del olor se completa con el órgano vomeronasal o de Jacobson; se comunica con la boca y con la nariz. Detecta otros olores y a las feromonas, que son sustancias capaces de modificar el comportamiento de nuestro Cane Corso. Detecta los olores que pasan por la boca, en ocasiones los perros lamen una sustancia para olerla, tanto por el órgano de Jacobson como por la nariz a través de la comunicación boca-nariz.

Algunos científicos creen que en humanos adultos no existe conexión entre el órgano y el cerebro. Sin embargo, existen evidencias en las que se sugiere que el órgano vomeronasal no se atrofia y permanece funcional durante la vida de una persona. Desde luego no es el caso de nuestro Cane Corso.

Para adentrarnos en el mundo del rastro, detección o odorología, debemos refrescar y aclarar algunos conceptos.

  • Olor: Impresión que los efluvios producen en el olfato.
  • Efluvios: Emisión de partículas sutilísimas.
  • Perfume: Sustancia que se utiliza para dar buen olor.
  • Aroma: Perfume, olor muy agradable.
  • Fragancia: Olor suave y delicioso.
  • Esencia: Perfume líquido con gran concentración de sustancia aromática.
  • Feromonas: son sustancias químicas secretadas por los seres vivos con el fin de provocar comportamientos específicos en otros individuos.

Existen muchos juguetes y juegos para iniciar a nuestro Cane Corso y fomentar el uso de esas prodigiosas narices.