La selección de un cachorro de Cane Corso que va a formar parte de la familia es una decisión importante que suele responder al impulso del momento, en función de una atracción física y sin tener en cuenta el comportamiento, energía o el carácter. Pero un perro muy dominante puede hacerse con el control de la casa si el dueño no tiene mucho carácter, o por el contrario, un dueño muy dominante, puede no estar conforme con un perro muy tímido o temeroso.

Existen muchas normas para la elección del cachorro adecuado, dependiendo del destino que se le quiere dar (pero guía, perro de campo, obediencia, etc).

La mayoría de los test se deben aplicar a perros de 5-7 semanas de edad. Los test más clásico suelen incluir pruebas de atracción social y seguimiento, resistencia a ser sujeto por la espalda o a ser presionado sobre el suelo.

Los resultados pueden predecir el carácter y ayudar a prevenir la selección de un cachorro errónea, pero no existe una certeza en la correlación entre estas pruebas y el carácter adulto.

Las pruebas deben ser diferentes para cada raza. En un posible perro guía, el valor más importante de predecir sobre su carácter adulto es la temeridad cuya prueba se puede hacer a los tres meses de edad.

La seguridad de las pruebas se incrementa cuando aumentamos la edad de los test. El principal interés de estos test es tener un incidido del potencial futuro del cachorro de Cane Corso.

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La mayoría de los test se deben aplicar a perros de 5-7 semanas de edad.

Las 3 principales fases a tener en cuenta

Para que el adiestramiento formal del perro esté sólidamente sustentado, es necesario dividir el proceso en tres fases:

  1. Aprendizaje por Motivación.
  2. Trabajo por Obligación.
  3. Trabajo Motivado Conociendo la Obligación.

Este sistema permite la administración de diversas técnicas particulares y es apto para cualquier adiestramiento.


Aprendizaje de un cachorro de Cane Corso por Motivación

En esta fase se procede a la enseñanza del ejercicio propiamente dicho, y para que el cachorro de Cane Corso preste todo su interés, es necesario que su estado motivacional sea el adecuado. El perro va a cambiar ejercicios y resolución por refuerzos positivos.

Es cierto que también habrá que dispensar presiones y estímulos aversivos, pero la inteligencia del adiestrador, debe evitar que sus efectos solapen la motivación del animal, Siempre el aprendizaje debe quedar envuelto por el interés, el juego y la diversión.

Para motivar positivamente al perro, se analizará su conducta y las respuestas a diversos estímulos.

La consecuencia de un análisis correcto del perro determina que a que estímulo responderá mejor. Primero le ofreceremos alguna pelota o mordedor. Si no llegara a estimularse tendremos que pensar algo para ofrecerle a cambio de su atención.


Trabajo de un cachorro de Cane Corso por Obligación

El perro ya conoce todo lo que tiene que hacer y ha llegado el momento de cerrar el trabajo. Nos aseguramos que no quede nada por instruir ya que en caso de tener que hacerlo, pasada la primera fase, tendremos que invertir más tiempo y esfuerzo por parte del adiestrador.

En este trabajo retiramos los refuerzos positivos que en su momento, empleamos para enseñar. Es decir, el perro tiene que trabajar porque así lo ordena el adiestrador.

Se procede con tacto pero con firmeza, ya que el perro intentará de hacer un despliegue de actividades de desplazamiento con el fin de no trabajar.

No será necesario presionar en todo lo aprendido. Si el perro es consciente de nuestra autoridad y en tan solo un ejercicio, le recordamos que no estamos dispuestos a ceder y que la única opción que le queda es trabajar correctamente y seguramente trasladará este enfoque al resto de los ejercicios.

Durante esta fase, la relación entre perro y adiestrador se deteriora pero llegará a ser magnífica.


Trabajo de un cachorro de Cane Corso por Motivación

En esta tercera fase debe comenzar cuando el perro actúe sin dilaciones ni dudas, a la orden del adiestrador y sin la esperanza de verse recompensado por ningún elemento motivador.

Este es el momento de que vuelven a disfrutar del trabajo tanto el perro como el adiestrador. Nuevamente vuelven aparecer consecuencias positivas tras las respuestas adecuadas que harán que de forma progresiva se restablezca y mejore entre ambos.

Es fundamental que las dos etapas anteriores se hicieran correctamente, sin prisas, se motivara adecuadamente y si en la segunda fase se actuó con coherencia y decisión, pronto se restablecerá él vinculo entre ambos consolidándose el adiestramiento.

A partir de este momento el perro trabaja por las consecuencias positivas pero conociendo la obligación que tiene de realizar correctamente todos los ejercicios de tal forma que, si en algún momento no aparecen los refuerzos, el perro trabajaría por que se le ordena pero con la expectativa de volver a divertirse.